domingo, 20 de marzo de 2011

La fuente

Dedicatoria:

De tantas veces que el amor se ha trasnparentado y desdibujado de distintas maneras siempre queda un rezago, que produce, a su vez, un abatimiento y un desencanto, o un encantamiento y una magia propias de un soñador enamorado. Amar la vida y decirle sí es lo que hace un romántico en la más amplia acepción del término; amar y ser amado, sonreír, soñar, burlarse y seguir andando es quizá el punto más elevado de la cuestión y de toda filosofía. Las contradicciones se convierten en caminos, y los presentimientos se vuelven sueños que, a su vez, iluminan el cielo personal de cada quien. Por estas y por otras razones mucho más personales (¿qué podría ser más personal?) dedico esto...a ti.



"No faltaban puentes y calles por donde correr" Cortázar.

I
Fue en una fiesta donde nos perdimos el uno al otro; superado el desencanto había ya espacio para la imaginación y el presentimiento de que algo nuevo y profundamente sobrecogedor –en uno y en otro sentido al mismo tiempo– venía para cada uno de nosotros. Fue aquella noche –sé que no la has olvidado– que ambos nos fuimos por nuestro lado, sin atender a otra cosa que no fuera –lo único que aún me queda– la intuición de andar haciendo lo correcto. Y no nos quedaba nada más; para aquel entonces una furtiva cogida de manos era el universo y las estrellas las dibujábamos en noches blancas con tus colores y mis palabras...Fue así como supe lo que era una creación.

Ahora los días son más pesados y ligeros; más dulces y amargos: igual que siempre, nada ha cambiado y nosotros ya no somos los mismos. Reconocer esos cambios no fue nuestra tarea ni nuestro destino; en tu caso fue la búsqueda de la quietud; en el mío un aprendizaje de ritmos. En esos nuevos bailes me perdí durante un tiempo, mientras te seguía en mis pensamientos; tú estabas al tanto y mirabas para otros lados: una buena decisión.

...Después te caíste y quise recogerte aunque no era mi tarea. Te paraste a regañadientes, como un niño que patalea porque sabe que tarde o temprano va a pararse, obedeciendo a una absurda lógica general. Nuestra rebeldía no duró demasiado. Sabíamos de antemano que pesa atener los caminos abiertos, tuvimos desde el principio los corazones cerrados.

II
En alguna oportunidad pensé en reemplazar todo por algo nuevo, por la necesidad de innovar; eso me condujo una vez a ti, bien podía sacarme. Y mis amigos, nuestros amigos: testigos silenciosos del hecho incontestable de dos amantes que podían llegar a odiarse. AL final obedecimos y hubo la distancia necesaria para recoger lo que quedaba, limpiar el terreno y recomenzar aquello que no inició jamás. Quizá me diste agua de beber y, ahora –bien lo sé– muy pronto, te veré llegar en mi hora favorita del día: el amanecer. No obstante, nunca nos lamentaremos por nada, porque en la calle supimos que estábamos alejados y que nos acercaríamos…; supimos –y ahora ya lo veo claro– que lo único que estábamos haciendo era esperar: tú a mí; yo a despertar para poder soñar en realidad.